La transformación digital es tendencia. Está por todas partes y parece ser que lo soluciona todo: Mejora la eficiencia operativa, crea nuevas fuentes de ingresos, genera experiencias nuevas al cliente, permite dar respuesta rápida ante los cambios, crea una ventaja competitiva para la organización, impulsa la cultura de la innovación, mejora la colaboración………………….
Por lo que se ve de entrada, la transformación digital viene siendo a la empresa como los elixires “curatodo” a los males del cuerpo.
Teníamos el bálsamo de Fierabrás al que don Quijote atribuía la capacidad de volver a unir las dos partes de un cuerpo demediado en la batalla, o la emulsión de Scott de aceite de hígado de bacalao, que curaba la tisis, el reumatismo, el raquitismo, los resfriados y la debilidad en general. Ahora tenemos algo parecido para las empresas: la transformación digital.
Así las cosas, resulta inevitable plantearse hacer un curso de transformación digital que arregle cualquier problema actual de la empresa y catapulte nuestro negocio al éxito seguro.
Lo cierto es que habrá que comenzar por fijarse bien en el temario del milagroso curso para ver qué podemos esperar e, igual que con el prospecto del mágico medicamento, comprobar si es adecuado para nuestros males, y en qué medida cura o solo ayuda a curar acompañado de muchas otras formaciones y medidas bastante más complejas y alargadas en el tiempo.
Para comenzar la tarea nada mejor que tratar de definir que sea eso de la transformación digital, así en general.
La transformación digital consiste simplemente (que no sencillamente) en usar las nuevas tecnologías que van naciendo para crear negocios nuevos o para desarrollar negocios o actividades profesionales existentes de una forma diferente.
Esto no es novedoso. Siempre ha sido necesario ir adaptando los negocios a los cambios tecnológicos y sociales. “Renovarse o morir” no es una frase acuñada en el siglo XXI.
La novedad puede ser la velocidad con la que esos avances se producen y la necesidad de encontrar estrategias para adaptarnos a ese cambio constante y ultrarápido, pero entonces el curso no se titula transformación digital. Hablaremos de gestionar el cambio, de tiempo líquidos o entornos VUCA, de aprender a convivir con la incertidumbre. Nada de esto es necesariamente digital.
Se puede hacer un curso para conocer el panorama de las nuevas tecnologías, el panorama nada más, porque son muchas y cada una de ellas es un mundo, abre un universo de posibilidades y tiene infinitas posibles aplicaciones.
Tecnologías novedosas, en este momento y no por mucho tiempo, sin ánimo de ser exhaustiva y sabiendo que se entremezclan, pueden ser: “big data”, inteligencia artificial, “cloud computing”, internet de las cosas, realidad aumentada o impresión 3D.
Es fácil darse cuenta de que en un curso sobre nuevas tecnologías solo podemos ver el mapa. No vamos a conocer en profundidad ninguna de ellas ni vamos a adquirir los conocimientos necesarios para implantarla en nuestro negocio para ya.
Así que un título correcto podría ser “Plano, Mapa o Panorama de las nuevas tecnologías aplicables a la empresa”. Con él que quizá (o quizá no) seremos capaces de intuir que alguna de ellas puede ser interesante para nuestro proyecto o empresa y comenzaremos un camino que nos llevará primero a conocerla mejor, más tarde a centrarla en nuestro sector, para avanzar hasta materializarla en una aplicación concreta de una tecnología particular a nuestro proyecto o empresa en concreto.
No hay una transformación digital genérica que contenga unas tecnologías y unas medidas concretas aplicables a todos los casos.
Tampoco debemos olvidar que una tecnología es una herramienta, una herramienta sin poderes. Se parece más a un martillo que a una barita mágica, no llegará a la empresa sola y se encargará por si misma de ser entendida y aplicada por todos.
Implantar una tecnología no produce transformación digital “automágicamente”, lo que hay que hacer es cambiar la forma de hacer, incluso de estar o pensar, de una organización para sacarle todo el partido a la tecnología en cuestión.
Hace algunos años participé en un proyecto en que el equipo de la empresa debía acostumbrarse a compartir archivos en un repositorio compartido tipo drive o Dropbox, en vez de en su ordenador. De esta forma se facilitaba el acceso sin molestar, se evitaban duplicidades y múltiples copias obsoletas del mismo documento circulando por email, entre otras cuestiones.
Poco tiempo después de arrancar una persona me comentó que ya no tenía espacio en “SU NUBE”. Me pareció extraño porque eran muchos los documentos que antes necesitaba tener en su equipo o espacio en nube a los que ahora simplemente accedía estando en el espacio de otro.
Lo que estaba sucediendo es que, cada vez que le llegaba un mensaje de que alguien compartía con él un archivo, lo descargaba y lo subía a su propio espacio.
Lo que no había entendido es que era una nube para todos y no una nube para cada uno. Está claro que era un problema de compartir y de confianza, no de tecnología.
El uso de ciertas herramientas digitales con frecuencia implica cambios profundos que afectan a la cultura de la empresa.
Transformación es cambio y el cambio, analógico o digital, es un proceso complejo en el que entra en juego mucho más que tecnología.
Así que no está mal la idea, pero no esperemos milagros del “supercurso” o seremos como Homer Simpson mirando fijamente a su flamante ordenador nuevo para decirle (y esperar que se cumpla): “Ordenador, mata a Flanders”
febrero 14, 2018
Supongo que estos días está más de moda porque es el nuevo estandarte del gobierno, una vez agotadas las subvenciones de “Industria 4.0” necesitan una nueva palabreja y le ha tocado a la “Transformación Digital”. Osea que ahora mismo si quieres ver una subvención debes hacer Transformación Digital y si no lo haces olvidate, pues lo que haces no va a ser innovador. Nótese el oxímoron de decirle a la gente como debe innovar.
Las anteriores tenían un pase pero esta vez la veo bastante desafortunada. Para algunos la transformación digital ya fue hace mucho y para otros nunca fue ni será porque ellos ya nacieron en lo digital y no conocen otros tiempos. En este caso deberían llamarlo “Repesca Digital”. Para muchos será la última oportunidad y no habrá más no ya de ponerse al día sino de no quedarse demasiado rezagado.