Cuando hablo en foros o charlas sobre los cambios en las formas de atraer y retener el mejor talento, a veces escucho comentarios, lógicos, acerca de cómo es posible, con las cifras de paro que tenemos, que resulte tan difícil para las empresas contar con el equipo que necesitan.
En realidad nunca fue fácil, pero es cierto que, a primera vista, resulta llamativa la contradicción. Es necesario profundizar un poco para encontrar respuestas.
Las fases de expansión y recesión de la economía afectan a la actividad empresarial y, en consecuencia, al número de parados. Es lo que llamamos desempleo cíclico o coyuntural, crece en época de recesión y se reduce en fases de expansión.
La tasa desempleo de 2014 (23,70%) es similar a la de 1994 (24,10%). En ambos casos hablamos de crisis económica y, cualquiera que sea la política aplicada, el mercado de trabajo se ve afectado.
En un mercado global cada país por sí mismo no provoca ni revierte las crisis, resiste mejor o peor según las fortaleza y debilidades de su estructura laboral y social, incluso según su estructura de valores.
Sobre esos problemas de fondo, de los que nadie quiere hablar cuando el ciclo económico sopla a favor, nos aporta más información la cifra del llamado paro estructural.
La tasa de desempleo estructural es la cifra de paro a la que tiende la economía a largo plazo.
Refleja el desajuste entre la oferta y la demanda del mercado de trabajo: las empresas buscan un perfil profesional que no encuentran entre los demandantes de empleo.
Entorno al año 2006 la tasa de paro general se situaba ligeramente por encima del 8%, la crisis no había comenzado, la construcción creaba puestos de baja cualificación y las empresas creían que se podían permitir pagar sin optimizar la productividad ni la gestión.
Era una época en que la sociedad invitaba a los jovenes a no terminar la formación básica, porque les prometía (para toda la vida claro) un puesto de 2.000 € mes, en jornada de 8 a 15, de lunes a jueves, sin necesidad de cualificación. Suficiente para salir de fiesta con un coche último modelo tuneado y con un equipo de música impresionante.
Del otro lado, en esa misma época en la que todo iba supuestamente bien, un investigador de la misma edad, tras duros años de formación sin ganar un duro o con una beca equivalente a 500 € que no cotizaba a la seguridad social, descubre una estrella. Es un caso real.
Naturalmente el primero opina que es una tontería el esfuerzo del segundo.
Valor/Creencia que afecta 1: El que tiene mérito – el listo – es el que consigue las cosas sin esforzarse.
El de la estrella se ha preguntado muchas veces si vale la pena, porque resulta que también le apetece salir de fiesta con sus amigos y le parece que su esfuerzo debería tener cierto valor, por mucho que le guste su trabajo.
Las sociedades (las sociedades en general no los políticos en particular) obtienen lo que valoran y celebran, y esto es lo que le sociedad española valoraba y celebraba cuando había para valorar y celebrar.
En ese mismo año 2006 el paro general era del 8%, pero la cifra de paro estructural (que nunca bajo del 12%) ya había comenzado a subir para llegar rápidamente a datos de los 90, y subir a continuación a cifras desconocidas hasta la fecha.
En el año 1998 la economía entró en una fase de crecimiento que nos dio 10 años con niveles de paro bajos. En 2017 es altamente improbable que se repita esa situación a pesar de que la cifra de paro general es casi igual.
En 2017 tenemos un paro estructural 5 puntos por encina al de 1998, y lo que esa cifra nos cuenta es que seguimos teniendo problemas de fondo que vienen de atrás y algunos nuevos derivados de la falta de adaptación a los entornos creados por las nuevas tecnologías y la globalización.
Con estos niveles de paro estructural, y por mucho que mejore la economía global, no se va a provocar un descenso del paro a niveles similares a los del 2006 sin medidas adicionales.
Es más, es posible que ahora ya empiecen a crecer los precios y los salarios (de los que tienen trabajo) y la cifra de paro se estabilice, con las terribles consecuencias que eso puede traer.
Si tenemos un problema de desajuste oferta y demanda de trabajadores, no seamos simplistas ni aprovechados centrando el tema exclusivamente en despidos fáciles y salarios bajos. Hay pruebas: Ciertos puestos se demandan mucho y se pagan más que nunca, y en ocasiones se quedan sin cubrir por falta de candidatos para desarrollarlos.
Basta ver los datos del paro desglosados por edad y formación para encontrar un par de áreas sobre las que actuar:
Recomiendo el ejercicio con múltiples combinaciones en esta página del INE para que cada uno saque sus propias conclusiones. Os comento las mías:
Pienso que el paro de los jóvenes, si tienen formación, se resolverá igual que en los 90: Aquellos jóvenes entraron al mercado tarde y cobrando poco porque su entrada coincidió con un momento de recesión. Progresivamente la situación se fue normalizando.
Muchísimo más grave es el caso de los jóvenes que dejaron de formarse hechizados por trabajos de baja cualificación bien pagados. Los puestos que quedan se pagan mal, se pagarán peor, y la mayoría desaparecerán porque los realizarán máquinas. Esto no es un problema de edad, es un problema de formación (no necesariamente formación del sistema educativo) y es responsabilidad de todos.
El paro en la franja de 30 a 60 años varía una auténtica barbaridad según el nivel de estudios: Va del 7 a 10% con formación alta y del 32 a 53% sin estudios. Las cifras hablan por sí mismas.
El problema de la falta de formación es muy grave en el grupo de mayores de 45, y aquí entran en juego 2 nuevos valores a cambiar:
Valor/Creencia que afecta 2:A partir de cierta edad ni se estudia, ni se aporta nada nuevo, ni se cambia de trabajo, y mecho menos de profesión.
Valor/Creencia que afecta 3:El trabajo es un castigo divino, la felicidad llegará con la jubilación.
Hay que tener claro que las actuaciones en formación y valores no van a producir resultados inmediatos que puedan servir para ganar las próximas elecciones, aumentar los beneficios de forma inmediata de las empresas, o conseguir resultados personales para mañana por la mañana.
Valor/Creencia que afecta 4: Cultura del pelotazo. Invertir solo en lo que me reporta resultados inmediatos.
La política, la empresa y la sociedad no van cada uno por su lado. Los políticos no son marcianos, la sociedad en la que crecemos todos les ha dado esos valores tan frágiles de los que tanto nos quejamos.
Lo mismo ocurre con las empresas, están formadas por personas e integradas en la sociedad. Ganar dinero no es incompatible con aportar al desarrollo y, en los nuevos entornos transparentes, los clientes son más conscientes y compran mucho más que productos.