Se habla mucho de un cambio radical en el mercado de trabajo y de la necesidad de adaptarse que genera en personas y organizaciones.
Escucho la expresión trabajador@s del conocimiento para referirse a aquellos que “piensan para ganarse la vida”. No acaba de convencerme la definición porque me parece que opone mente a cuerpo, asimila el conocimiento a lo académico y lo aleja de la acción.
Entiendo que se utiliza por contraposición al trabajo físico o rutinario, en la medida en que hemos conseguido decodificar esa clase de conocimiento para poder transferirlo a una máquina.
De esta forma, muchos puestos de trabajo de carácter físico y muchísimas tareas administrativas, han desaparecido, porque ya no son necesarias o porque una máquina puede desempeñarlas.
Se trata de una tendencia imparable y no sabemos hasta qué punto de la llamada “actividad intelectual” podrá llegar. En cualquier caso, no será únicamente lo tecnológico (como parece al leer sobre el tema) lo que seguirá generando ocupaciones, sino también lo filosófico, imaginativo, artístico o emocional.
Las antiguas profesiones remodeladas o las nuevas ocupaciones están exigiendo ya que sus ocupantes dispongan de características, habilidades o actitudes nuevas.
Dibujo tres rasgos que considero muy importante para estos nuevos profesionales:
La primera habilidad distintiva será su capacidad de encontrar y discriminar la información que necesiten, entre las montañas de información (no necesariamente académica) que hoy está disponible para todos.
Aprender a encontrar y discriminar requiere un esfuerzo largo de formación de base, para el que el modelo educativo todavía no está preparado. Vivimos en una sociedad que sigue educando para la memoria y el entorno industrial. Es bastante elocuente la disposición de los niños en las aulas y el sonido el timbre de fábrica que anuncia el recreo.
Va a exigir también un proceso de reciclaje constante, que difícilmente se conseguirá sino favorecemos la actitud de curiosidad permanente, en vez de castigarla.
Ahora bien, este profesional del que hablamos no “posee” esa información ni se limita a interpretarla o asociarla. No lleva una vida contemplativa alejada de la realidad cotidiana. Su objetivo es aplicar directamente el conocimiento, o compartirlo para ser aplicado de forma concreta.
Es una persona de acción. Se requiere formación e inteligencia, pero también decisión para utilizar esos recursos.
¿Son Nómadas, Móviles o Flexibles? Las tres cosas.
Los nómadas son comunidades que se trasladan de un lugar a otro, en vez de establecerse permanentemente en un solo lugar.
Los nuevos profesionales son sin duda nómadas de actividad. Tendrán que aprender y desaprender constantemente y cambiarán de ocupación, profesión o trabajo varias veces a lo largo de su vida.
Eso no implica, pero tampoco impide, que cambien constantemente de residencia. Probablemente lo hagan, para aprender, para conocer mundo o para perseguir su proyecto. Los medios de transporte no habían permitido hasta ahora llegar tan rápido de un lugar a otro.
Ahora bien, nunca había sido tan fácil comunicarse entre personas distantes. Nunca tan sencillo trabajar en cualquier momento y lugar, y en contacto casi presencial con compañeros que se encuentran al otro lado del mundo. Veremos más en este campo.
Creo que, finalmente será ese algo que hace que unos fluyamos como ríos y otros echemos raíces, lo que decidirá cuanto nos movemos. Siempre o en según qué momentos vitales.
En cualquier caso la flexibilidad, que siempre ha sido buena para un montón de cosas, será ahora absolutamente imprescindible.
La tercera nota que los distingue es que son embajadores de marca. Hiperconectados y visibles por sí mismos. Un arma de doble filo que no está resultando fácil de gestionar, ni para las empresas ni para las personas.
Son embajadores de su propia marca, lo que no significa que no puedan poner su marca al servicio de la empresa en la que decidan integrarse.
Hasta ahora la marca se comía a la persona, no sabíamos quién estaba detrás del trabajo de una empresa. Ahora mismo, lo más eficaz es tener en equipo de trabajadores con marca propia, capaces de impulsar a la compañía.
Hay muchas muestras de esta situación. Cuando te busca un cliente no quiere saber solo lo que haces sino también quién eres (a ser posible con nombres, apellidos y perfil). Cuando haces selección lo mejor que te puede pasar es que los empleados publiquen la oferta de trabajo en sus propios perfiles. Los datos dicen que, en el mercado, los empleados alcanzan el 72% de credibilidad y confianza, frente al 45% del CEO de la empresa.
Eso sí, esto implica que, cuando contratamos, debemos hacerlo por algo más que mera formación y experiencia, hay que encontrar personas alineadas con la forma de hacer de la organización.
Y por hacer un resumen, os dejo una breve infografía para resumir estas tres pinceladas, que son solo una pequeña muestra de los cambios en la forma de trabajar que ya están aquí.